Intervención con motivo de la
Jornada Internacional de la Fraternidad
18 de febrero de 2022
Es una alegría poder reunirnos en el día de hoy para celebrar esta Jornada Internacional de la Fraternidad Humana, que conmemora la firma del documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz mundial y la Convivencia común, firmado en Abu Dabi, el 4 de febrero de 2019, entre el Papa Francisco y Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb.
Esta jornada es una oportunidad para dialogar y reflexionar juntos, y renovar el compromiso de difundir la mutua colaboración y la voluntad de profundizar en el conocimiento recíproco en tanto que valores esenciales de la fraternidad humana.
El primer párrafo del documento resume con gran acierto los pilares de los principios comunes entre las confesiones:
• Los seres humanos han sido creados por Dios.
• Todos los seres humanos son iguales en derechos y deberes.
• Todos los seres humanos han de ser poseedores de la misma dignidad.
• Todos los seres humanos están llamados a convivir como hermanos entre sí y deben colaborar y caminar juntos para poblar la Tierra y difundir entre sus semejantes valores tan importantes como el bien, la caridad y la paz.
Esto es así porque, ante los desafíos y los retos que debemos afrontar en este camino común, ninguna confesión o grupo de creencia puede recorrer este camino solo. Por ello, estamos seguros de que una interpretación serena y correcta de los textos jurídicos islámicos prueba que no hay impedimentos religiosos fundamentados que fracturen el deseo de convivencia entre musulmanes y los fieles a cualquier otra confesión, pues en ellos priman los valores elementales que cimientan la convivencia entre todos, como el respeto recíproco y el amor al prójimo.
Junto a ello, este año se celebra el 30 aniversario de la firma de los acuerdos de cooperación entre el Estado y tres confesiones minoritarias: evangélicos, judíos y musulmanes. Esto ha sido posible gracias a que España tiene la legislación más comprometida y elaborada sobre la libertad religiosa de los países de su entorno, leyes que han propiciado un clima de convivencia y normalización de la pluralidad social y religiosa que caracteriza a la sociedad española.
En este sentido, las distintas confesiones reconocidas en nuestro país han establecido cauces comunicativos que facilitan el diálogo entre ellas y con los distintos órganos de la administración del Estado. El diálogo interconfesional, por tanto, tiene como objetivo habitar un espacio de valores comunes fáciles de reconocer, como la comprensión, la difusión de la cultura de la tolerancia y del respeto desde la aceptación del otro, propiciando encuentros y relaciones cordiales entre los representantes de la comunidad musulmana y las demás confesiones.
En este camino colectivo cuya andadura hemos iniciado, aún nos falta mucho por recorrer. No obstante, debemos resaltar muchas iniciativas que se proponen desde ámbitos locales y estatales, que recogen el espíritu de esta fraternidad humana, convencidos como estamos de que el futuro solo se construirá a través de ese caminar acompañado y nunca en solitario. Al respecto, mencionaré tres experiencias o iniciativas de impacto social que se han logrado, como ejemplo de colaboración entre las distintas confesiones:
- La primera fue el Viaje de la concordia, actividad realizada en colaboración con la Fundación Pluralismo y Convivencia, juntamente con los evangélicos y judíos. En él, participaron jóvenes entre 12 y 14 años de estos credos, a fin de promover los valores de la tolerancia, el conocimiento recíproco y el respeto mutuo, utilizando la necesaria herramienta de una convivencia abierta, carente de prejuicios.
- La segunda iniciativa se llevó a cabo por la Asociación de diálogo interreligiosos, Asociación de Amistar y Encuentro Interreligioso (AAEI), formada por distintos responsables de las religiones reconocidas en España. La actividad consistió en una jornada de donación de sangre de personas de distritos credos y se celebró en un lugar público de gran significado simbólico como fue la Plaza de la Basílica del Pilar. Constituyó un gesto altruista de gran significado social.
- La tercera iniciativa la emprendió una comunidad islámica de Canarias, que, en esta pandemia que todos hemos sufrido con crudeza, compartió recursos y esfuerzo para ayudar a los necesitados; y viendo que había una iglesia que tenía la infraestructura preparada para atender a los necesitados, realizó donaciones de alimentos directamente allí, de forma que las personas necesitadas se acercaron directamente a la iglesia a recogerlos.
Estos ejemplos y otros muchos, son fruto evidente de ese deseo de caminar juntos y así lo evidencian estas palabras, pero no podemos obviar las dificultades de las que también somos conscientes, entre ellas:
- -El deseo de algunas personas malintencionadas, obsesionadas con que exista un choque entre las religiones o civilizaciones, que buscan y señalan momentos históricos y sociales convulsos en otras zonas geográficas; presentando una situación anómala, que forma parte de cualquier proceso evolutivo social, como una regla general que deba regir el destino de nuestra actualidad, en la que la pluralidad religiosa y cultural ciertamente es un hecho evidente.
- -Otra dificultad observada es que cuando se habla del hecho religioso en España en relación con las confesiones minoritarias, el debate se desvirtúa introduciendo elementos ajenos a él, como el hecho de reducir la pluralidad confesional a un mero debate sobre expedientes de inmigración, cuya resolución no corresponde más que al ámbito de los servicios sociales o policiales.
- -Otro problema que perjudica el entendimiento es la proliferación, en medios de comunicación, del discurso de personas que se autoproclaman seguidores o portavoces de alguna religión determinada y realizan pronunciamientos de carácter simplista con el objetivo de obtener una convulsión social y aumentar el número de seguidores.
- -También existen las dificultades en el entorno político y social y el sentimiento antirreligioso que algunas personas impulsan, con la oscura pretensión de influir o impedir el diálogo.
Por tanto, no debemos ser ajenos a las dificultades, aunque sí debemos conocerlas para concienciarnos de los retos y del esfuerzo conjunto que hemos de realizar. Entre los desafíos que hemos de afrontar juntos, cabe señalar los siguientes:
- Concienciar de que el diálogo no es un fin en sí mismo, es el camino para una acción transformadora hacia una sociedad que demanda vivir en paz y armonía.
- Combatir la percepción que tienen muchas personas de que el diálogo interreligioso y el compromiso con sus valores es sólo cosa de líderes religiosos, intelectuales o académicos y que no tiene que ver con el resto de las personas. Debemos realizar un esfuerzo en mostrar los valores y beneficios que las religiones aportan a la persona y también el impacto social del diálogo.
- El creciente discurso del odio y sus consecuencias es otra de las dificultades emergentes, hace unos meses se presentó en Madrid el informe denominado Cartografía del odio, un trabajo de más de dos años en el que se reflejan los incidentes y delitos de odio y discriminación que se producen en Europa, un proyecto impulsado por Maite Pagazaurtundúa, eurodiputada del grupo político Ciudadanos, junto a su Oficina en el Parlamento Europeo y en colaboración con distintos expertos. Este informe, que cobre un período que va desde 2015 hasta mediados de 20202, señala lo siguiente: «[…] Si sumamos los datos de incidentes de baja intensidad por intolerancia religiosa hacia el cristianismo, el judaísmo, el islamismo y otras religiones, suponen el 52% de estos datos». Por todo ello no debemos tomar a la ligera términos como «baja intensidad» y otros eufemismos de este estilo, ya que es cierto que muchos de estos actos no conllevan víctimas mortales, pero los estragos en los propósitos de convivencia son muy altos.
En algunas ocasiones, algunas personas se preguntan ¿qué pueden hacer las confesiones en favor de la sociedad? Estamos absolutamente convencidos de que juntos podemos hacer muchos esfuerzos juntos y una de las cosas más importantes que podemos hacer es ayudar a afianzar la estabilidad social, manifestando que las distintas creencias religiosas de los ciudadanos pueden aportar mucho a la consecución de una convivencia en armonía, colaborando en el bien común. Este mensaje claro han de transmitirlo los responsables y líderes espirituales de las distintas confesiones.
De esta forma, la sociedad puede aspirar a un desarrollo sostenible y un progreso social.
Las diferencias dogmáticas y de rito religioso no impiden un diálogo fluido en muchas de las áreas de colaboración y cooperación, como pueden ser las sociales, las culturales o las educativas.
Para finalizar, frente a los que desean y promueven el odio y el miedo, siempre se encontrará nuestro trabajo interconfesional, que materializará su acción a través de proyectos y actuaciones concretas para construir puentes de esperanza y de convivencia pacífica. Una sociedad que sume en valores que realce los mayores y más profundos atributos del ser humano.
Comisión islámica de España
Mohamed Ajana Elouafi